El aire que respiro
Miles de veces traté de perseguir cual es la línea o el encuadre en la que podríamos introducir esa palabra mágica, esa suma de letras que forman el concepto HISTORIA. A decir verdad, no pude lograr encasillarla.
Puede ser que el texto encierre la respuesta, quizás no, rompo con la tradicional lectura de buscarle un porque a todo lo que leo.
Desde mis comienzos de estudiante, me ilusioné con la idea de saber por que la historia de la humanidad se presenta de tal o cual manera, así leí mitología egipcia de Max Muller, el vuelo de Horacio Verbisky, manual de las zonceras argentinas de Jaureche, la era de las revoluciones de Eric Hobsbawm, la Sagrada Biblia, etc, etc, etc... No encontré los resultados imaginados.
Mejor me adapto a la idea, de que mis ojos ven por mí, que el secreto de la historia esta en él, en ella, en el silencio, en el grito, en un papel indiscreto casi a punto de quemar.
El oficio del historiador, esta en las pequeñas cosas, en las grandes empresas construidas por ese o aquel, el otro.
En una de mis investigaciones, logré comprender lo inexplicable:
“ fue muy duro, venir a vivir a Casanova en el 50, mi esposo tenía que caminar 20 cuadras para tomar el colectivo, pero eso no nos importaba, la casa era nuestra, la levantamos el y yo, como nos gustaba, hasta le hicimos una losita al techo, sabes lo que era eso para la época”.
“Yo me acuerdo, que mi viejo trabajaba en el matadero de San Justo, ese que esta enfrente de Acindar Viste?, todos los días me iba caminando con mi hermano a que mi viejo me de la carne, todos los hijos hacían lo mismo. Yo me acuerdo que en el camino juntábamos algunas frutas de las quintas que nos daba el viejo Toto, eso si teníamos que decir “viva Perón y Evita”, pero como mi viejo era peronista no había problemas.”
“Antonio vivía triste, pero llegó Perón y todo cambió, trabajaba en la construcción, me acuerdo que tenia una foto de Perón y de Evita y que cuando venia de trabajar se tomaba una ginebrita y mirando a las fotos decía: por usted mi General y por usted compañera. Cuando se fue Perón, no las tiró, yo tenia miedo por lo que pasaba con los que tenían fotos de ellos. Todos los días les ponía nomeolvides a la foto de Evita y siempre andaba silbando Fumando espero. Cuando murió le puse las fotos en cajón como me había pedido.”
Historia, ni detective, ni cazador, tan solo historiador, duende que se mete en el tiempo para no volver más.
Documentos amarillos, ideales, rótulos y firmas, ideas sin medias tintas, sentimientos cruzados.
Buen texto para hacerme recordar que estoy acá, a un paso de ser profesor de historia.